martes, 4 de febrero de 2014

Ícaro y Dédalo

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Visto en http://tallerderadio.blogia.com/
Dédalo huía de Grecia con su hijo Ícaro, donde era buscado y se refugió en la isla de Creta cuyo rey, Minos, le acogió con hospitalidad. Pero Dédalo echaba de menos su país. Cuando le pidió al rey que le permitiera volver a Grecia, éste se negó:
-¿Para qué quieres volver?. Allí te apresarán y matarán. Además, yo soy el rey de la isla y no quiero dejarte marchar.-
Dédalo pensó mil y una maneras de escapar, pero Minos mandó vigilar todos los puertos y costas para que no pudieran embarcar en una nave. Pero Dédalo construyó dos pares de alas hechas con cera. Se puso las más grandes y le puso a Ícaro otras más pequeñas. Antes de salir de Creta, Dédalo advirtió a su hijo:
-Ten cuidado. No vueles muy bajo, porque podrías chocar con algún árbol, pero tampoco demasiado alto, porque el sol podría dañarte. Lo mejor es que me sigas.-
Juntos  echaron a volar. Ícaro estaba encantado; casi no se lo creía: “¡estoy volando!” gritaba. Cuando se acostumbró a las alas, empezó a arriesgarse; volaba hacia atrás, caía en picado para remontar el vuelo justo cuando casi tocaba el suelo, o perseguía a las águilas. Dédalo estaba cada vez más preocupado por las “hazañas” de su hijo. ¿Es que se había vuelto loco?. ¡No sabía controlarse!.

Ícaro empezó a volar hacia arriba. Quería estar cerca del sol. Incluso tocarle. Recordaba las advertencias de su padre, pero ¿qué importaba?. ¡Sólo eran preocupaciones de un viejo!. Así que Ícaro continuó su ascensión   alejándose cada vez más de su padre. Dédalo, horrorizado, le gritó a su hijo:
-¡Baja!. El sol estropeará tus alas.-
No sabemos si Ícaro le escuchó, pero desde luego no le hizo caso, porque continuó volando hacia arriba casi en vertical.
El sol calentaba cada vez más, pero Ícaro no se daba cuenta. Sólo quería subir más y más alto.
De repente las alas, hechas de cera, empezaron a derretirse. Gruesos goterones de cera líquida se desprendían de ellas cada vez más deprisa. Ícaro perdió el control de su vuelo, y en unos segundos las alas desaparecieron. Naturalmente, el cuerpo de Ícaro cayó y el joven murió.
El sol miró con tristeza al pobre Ícaro. ¡Si hubiera hecho caso de los avisos de su padre...!.
Así termina la historia de Ícaro, un joven que no supo contener sus impulsos arriesgando su vida en el empeño por alcanzar el sol.
[Adaptación de la mitología griega]

   ¿Qué advertencia de peligro olvidó (o no quiso hacer caso) Ícaro?
¿Qué hubiera pasado si hubiese rectificado a tiempo, y descendiera cuando empezaron a desprenderse de las alas los primeros goterones de cera?
Las advertencias y prohibiciones de los adultos ¿son “porque sí” o para vuestra propia seguridad?. Poned un ejemplo.
Acabáis de comer y os apetece bañaros en el río, pero esperáis una hora pese al calor ¿por qué?
Os lanzáis cuesta abajo por la nieve de una montaña en un trineo. Cuando cogéis velocidad, frenáis; ¡y eso que era divertido ir deprisa!. ¿Por qué frenáis?
Si vais con vuestro hermano pequeño de excursión y encontráis una poza  ¿ le dejaríais tirarse de cabeza al agua sin más?;  por  qué? Que  haríais si decidís no permitírselo?;  que  puede pasar si no os hace caso y se
Ianza de cabeza?

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