No deberíamos ver la felicidad como una meta, sino como algo que debe llenar nuestro día a día. Es imposible ser siempre felices, pero es posible tener momentos felices cada día. En gran parte depende de nosotros: lo importante no es lo que ocurre, sino cómo nos enfrentamos a lo que ocurre. Ese es nuestro objertivo con estas sesiones de educación emocional que realizamos, que nos sirvan a tod@s para hacerlo cada día mejor y así ser un poco más felices cada día. ¡Felices días!
jueves, 20 de marzo de 2014
Día de la felicidad
No podía faltar en nuestro blog una entrada en el día que se ha destinado para celebrar la felicidad.
martes, 18 de marzo de 2014
No os conviene enfadar al gatito
“Hoy vamos a ver una secuencia en la que continuamente Alvin tiene que tomar decisiones. Él y sus hermanos se acaban
de incorporar a un instituto donde estudian como el resto de los chicos y chicas, aunque ellos sean ardillas. No todos y
todas les han recibido igual, y de hecho los chicos que componen el equipo de fútbol les tienen bastante manía, porque
desde que han llegado no han hecho más que quitarles protagonismo. Esto es lo que sucede entre ellos…”
No os conviene enfadar al gatito from Educación Fundación Botín on Vimeo.
¿Pensáis
que ahora le va a resultar sencillo cambiar de opinión?
No os conviene enfadar al gatito from Educación Fundación Botín on Vimeo.
¿Qué os ha parecido lo que ha sucedido aquí?
¿Os habéis dado cuenta
de que cuando a Alvin le hacen la propuesta de formar parte del equipo de
fútbol le presionan para que decida rápido,
como si por tardar un poco más pudiera perder la oferta?
¿Pensáis que esto es así? Si verdaderamente están interesados en él para
el equipo, ¿pensáis que se echarán atrás porque se tome su
tiempo para decidir?
¿Creéis
que los chicos del instituto tienen buenas intenciones con Alvin? ¿En qué lo
notáis? Si os habéis dado cuenta…
¿por qué creéis
que Alvin no?
¿Qué
pensáis que ocurre cuando tenemos que tomar decisiones rápidamente, sin
pensarlo demasiado? ¿Es más fácil o más difícil
equivocarse?
¿Os ha pasado
alguna vez que por tomar una decisión demasiado rápido os habéis equivocado?
¿Qué
estaba en juego en la decisión de Alvin?
¿Creéis
que es posible tomar una decisión que contente a todos?
Para ello, ¿qué necesitamos?
Como habéis visto, Alvin cambia de opinión a lo largo de la secuencia.
Él no acepta la invitación al equipo desde el primer momento. Luego la
acepta y finalmente se le plantea tener que tomar una nueva decisión.
¿Por qué pensáis
que al principio dijo que NO?
¿Qué ocurrió
después para que dijera que SÍ?
¿Pensáis que ha
salido ganando con el cambio de opinión?
¿Qué decisión
pensáis que tomará ahora con lo que acaba de ocurrir?
miércoles, 12 de marzo de 2014
El caprichoso rey Midas
Érase una vez un rey caprichoso y avaro que siempre quería ser “el que
más”: el más guapo, el más listo y, sobre todo, el más
rico del mundo. Decidido a ello mandó que quitaran a
sus súbditos todas
sus tierras, bueyes,
mulos, cerdos y corderos. Se apoderó de pequeños y grandes tesoros.
¡Hasta las armas de su guardia real quiso quedárselas!. Todo lo encerró en una
enorme cueva justo debajo del salón del trono.
Pero
aún no estaba del todo satisfecho.
¡Quería más!... Así que mandó llamar al mago más importante del reino y le
dijo:
-Quiero ser muy
rico.-
-Ya lo eres- dijo
el mago.
-No me entiendes. Quiero ser
inmensamente rico. Usa tus poderes para que todo lo que toque se convierta en
oro-
contestó el
insensato rey.
-Tus deseos son
órdenes para mí -respondió el mago.
Midas, que así se llamaba el rey, se volvió loco de alegría y avaricia.
Pronto comenzó a tocar objetos, comprobando que, en efecto, eran de
oro puro. Su trono también se transformó en oro. ¿Cuánto valdría?, pensó. Salió
de la sala, y a su paso la puerta, las
paredes y todo cuanto tocaba se transformaban mágicamente en el deseado metal.
A Midas
le entró hambre,
y mandó disponer
un suculento festín
a base de
codornices, faisanes y todo
tipo de exquisiteces. Pero, para su sorpresa y preocupación, no pudo comer
ninguno de los manjares: de oro se habían vuelto no sólo los
cubiertos, sino también los alimentos. ¿Qué clase de broma era aquella?.
Consultó con su visir, quien le dijo:
-Majestad, no hay
problema. Poneos unos guantes, y así no rozaréis la comida.-
Así
lo intentó Midas, pero de inmediato los guantes de seda se transformaron en
pesado oro. ¡Imposible comer con ellos puestos!. La preocupación del
codicioso rey fue en aumento. Quizá debiera haber pensado mejor antes de tomar
su decisión.
Malhumorado
salió a sus jardines particulares, pero no pudo disfrutar de las flores ni de
los árboles, pues apenas los rozaba,
se convertían en oro. Midas no sabía que hacer, así que mandó llamar al mago,
quien le dijo:
-Lo siento,
Majestad, pero ni toda la magia del mundo puede deshacer lo que fue vuestra
firme decisión.-
Cuando
Midas iba a responderle, entró en la sala su adorada hija, quien corrió a su
encuentro, y sin dar a su padre oportunidad para
evitarlo, le abrazó. Horrorizado, el rey observó cómo su hija se convertía en
una estatua de oro.
Lágrimas
de pena y culpa rodaron por las mejillas del desdichado rey. Ni siquiera pudo
encontrar consuelo en el palacio, pues sus sirvientes, juglares y demás habitantes se habían encerrado a
cal y canto en sus casas por temor a ser tocados por el rey.
A
solas con su desgracia, Midas caminó sin rumbo por el palacio. En un rincón
oscuro de la torre
principal encontró al único
ser humano sin miedo a su propio rey: un anciano que le observó curioso. Midas
le preguntó:
-¿No tenéis miedo
de mí?.-
-No, Majestad. Al
fin y al cabo no me queda mucho tiempo de vida-dijo el viejo.
-A mí tampoco-
respondió con amargura el rey.
El anciano se
quedó mirando apenado a Midas. Tras un largo silencio, le habló:
-¡Qué importantes son las decisiones!. Si no sabemos tomar las
adecuadas, nuestra vida puede ser muy desagradable
¿no es así,
Majestad?.-
-Eres un viejo
impertinente, pero tienes razón.-
El viejo le
propuso:
-Puesto que no os
queda mucho tiempo de vida, podéis emplearlo en hacer el bien.-
-¿De qué me
servirá?- preguntó Midas.
-Únicamente para
morir con el alma en paz -dijo el anciano.
El rey le hizo caso, y a la mañana siguiente ordenó poner carteles por
todo el reino, invitando a sus habitantes a tomar de su
palacio cuanto oro desearan. Su llamada fue rápidamente aceptada, y una larga
cola de personas esperaba su turno para cargar con
todo tipo de objetos de oro. Cuando éste se acabó, el rey dijo:
-¡No temáis!. No
os quedaréis sin oro -gritó, y se puso a tocar cuantos objetos había a su
alrededor.
Compadecido, el
mago se presentó ante el rey y le anunció:
-Vuestra clemencia,
Majestad, os ha
salvado. Una decisión
bondadosa es tan poderosa como una decisión malvada y ruin. ¡Que se
deshaga el hechizo!.
Midas apenas si podía creer en lo que sucedió a continuación: podía
tocar sin miedo personas y objetos. Pero el nuevo hechizo del mago
no pudo devolver la vida de su encantadora hija.
Así, Midas
jamás olvidó la
lección, y todas
las noches acudía
a la habitación
de la princesa a desearle buenas noches. La estatua
de oro parecía sonreírle con cariño.
[Adaptación del cuento El rey Midas]
• ¿Qué decisión toma el rey Midas para conseguir su deseo?
• ¿Piensa bien antes en las consecuencias de su decisión?
• ¿Cuál es la terrible maldición del rey Midas?
• ¿Por qué el mago deshace el hechizo?
• ¿Qué sucede con la princesa?
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